( A Saúl Edgardo Alfaro hijo, ante su partida
para estar con el Rey Celestial)
Ya no más búsquedas, esforzado explorador.
Terminaron tu peregrinaje y tus faenas,
ahora te deleitas ante la presencia de tu Rey.
Tu alma como pájaro ascendió hasta el Palacio celestial
y allá descansas, libre de temores,
en los frescos prados de tu buen Pastor.
Mientras acá en la tierra,
recordamos tu audacia y tu valor,
tu deseo ferviente de instruir a un ejército
de jóvenes soñadores para el servicio al Señor.
Comandante explorador, ganaste la carrera,
guardaste el diamante de la fe en la alforja de tu corazón.
Inventaste risueños celajes cuando los días eran grises,
Y regalabas arcoiris de alegría a todos tus muchachos
exploradores como tú,
quienes aprendieron mucho, de tus francas y amenas
lecciones que aspiraban a un mundo mejor.
Por Vladimir Orellana Cárcamo
para estar con el Rey Celestial)
Ya no más búsquedas, esforzado explorador.
Terminaron tu peregrinaje y tus faenas,
ahora te deleitas ante la presencia de tu Rey.
Tu alma como pájaro ascendió hasta el Palacio celestial
y allá descansas, libre de temores,
en los frescos prados de tu buen Pastor.
Mientras acá en la tierra,
recordamos tu audacia y tu valor,
tu deseo ferviente de instruir a un ejército
de jóvenes soñadores para el servicio al Señor.
Comandante explorador, ganaste la carrera,
guardaste el diamante de la fe en la alforja de tu corazón.
Inventaste risueños celajes cuando los días eran grises,
Y regalabas arcoiris de alegría a todos tus muchachos
exploradores como tú,
quienes aprendieron mucho, de tus francas y amenas
lecciones que aspiraban a un mundo mejor.
Por Vladimir Orellana Cárcamo
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